Despedimos el mes y el año 2010 haciendo recuento de las cosas buenas y malas que nos han ocurrido, de los que han entrado en nuestras vidas y de los que ya nunca volveremos a tener entre nosotros.
Quiero compartir con vosotros mi sentimiento de haber perdido este año que termina a uno de los mejores hombres que han habitado mi querida y desolada tierra aragonesa: José Antonio Labordeta Subías, que falleció el pasado 19 de septiembre de 2010 tras un duro y largo combate contra el cáncer. Muchos de vosotros le conoceréis por el famoso programa de La 2 "Un país en mi mochila" y por haber sido entre los años 2000 y 2008 diputado en el Congreso por la Chunta Aragonesista, desde cuyo atril mandó a la mierda a unos cuantos diputados del PP que le estaban incordiando durante su intervención. Pero Labordeta, más que un político de izquierdas comprometido con su tierra, fue un gran intelectual, cantautor y poeta. Destaca sobre todo en él esta última faceta, pues él mismo consideraba que sus canciones eran poemas musicados. Publicó su primer poemario en 1959, mucho antes de iniciar su carrera musical, y fue autor de los siguientes libros de poemas: Sucede el pensamiento (1959, Las Sonatas (1965), Cantar y callar (1971), Treinta y cinco veces uno (1972), Tribulatorio (1973),Método de lectura (1980), Jardín de la memoria (1985), Diario de un náufrago (1988) y Monegros (1994). Diario de un náufrago es la obra cumbre de su carrera literaria. Se trata de un libro unificado por las fechas que dan título a los poemas a modo de diario personal, combinando todos los intereses sociales y existenciales que aparecen a lo largo de su obra, siempre melancólica. La vida del hombre es un naufragio en angustiada soledad, presidida por el hastío y el vacío. Se muestra, asimismo, la importancia del olvido y la memoria, recuperada mediante una técnica frecuente en su poesía, la del monólogo e incluso el diálogo con personas desaparecidas.
Actualmente estoy leyendo su último libro autobiográfico: "Regular, gracias a Dios". Está escrito en el año 2009, cuando ya Labordeta padecía el cáncer que le llevaría a la tumba. Me está pareciendo un libro realmente emotivo y entrañable, pues relata los acontecimientos más importantes de su vida personal y pública desde la sinceridad de un anciano sabio que ve pronto su final y que, aunque parezca una redundancia, fue siempre un hombre muy humano. A mí me resulta fácil sentirme identificado con un hombre zaragozano, nacido en una familia republicana y progresista, que luchó por sacar a su país y a su tierra del atraso cultural y político en que vivíamos durante aquel funesto régimen de 40 años y que Labordeta, nacido en 1935, tuvo que aguantar de principio a fin. Una de las facetas de Labordeta que más os puede interesar, porque él fue de todo en la vida, es su dedicación a la enseñanza como profesor de Literatura en Secundaria. Concretamente fue profesor en los años 60 y 70 en Teruel, provincia de la que soy hijo. Allí tuvo ilustres alumnos como el famoso periodista Federico Jiménez Losantos o Manuel Pizarro, actualmente un prominente diputado del PP y ex-presidente de Endesa. Todos sus alumnos destacan su gran valía como profesor y el hecho de que para ellos fue como una especie de guía o tutor intelectual en una época en la que en España estaban cambiando muchas cosas.
Labordeta nunca habló mal de casi nadie, siempre fue un hombre sosegado y tranquilo, aunque alguna vez sacó a relucir su "rasmia" aragonesa. Creo que, de cara al 2011, todos deberíamos imitar su sencillez, su humidad y su bondad.
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